El escudo del Athletic en una Iglesia del siglo XIII.
La Torre Julia de la Iglesia de Santa María, que está en la localidad de Trujillo (Cáceres), se encontraba a principios de los años setenta en un estado que requería una remodelación a fondo. La torre acopiaba una larga ficha de restauraciones realizadas y fallidas; durante décadas había sido objeto de preocupación para los vecinos, porque arrastraba problemas derivados del terremoto de Lisboa de 1755 y no confiaban en su estabilidad, si bien la falta de fondos (y de voluntad) paralizó o desvirtuó más de una iniciativa. De hecho, ese mismo 1972, siendo alcalde de la localidad Don Jacinto de Tapia, la subasta de la obra había quedado desierta.
Sin embargo, los responsables municipales hablaron con Antonio Serván (apodado El Rana), maestro cantero de la localidad, y le confiaron el trabajo. La única condición que le pusieron al cantero era que no repitiese los motivos heráldicos de los 52 capiteles de la torre, como era tradición en el Románico. Como a Antonio se le estaban acabando las ideas y era forofo del Athletic, decidió tallar en un bloque de 200 kilogramos de piedra berroqueña el escudo del equipo y colocarlo en lo alto de uno de los capiteles contando con el beneplácito de Francisco Casares, constructor, y del entonces aparejador municipal Germán Petisco Claro. Y ahí está, luciendo orgulloso desde 1972 el escudo con el nombre Atlético de Bilbao, denominación oficial del club por entonces.
A Antonio le encargaron la labor de restauración de la torre confiando en su criterio, en que iba a dejarla más que bonita y adornada a gusto de todos los visitantes de la localidad. Cuando decidió que iba a poner el escudo del Athletic, la gente de Trujillo no supo cómo tomárselo: había quien bromeaba, por supuesto, pero también había alguno que amenazaba a Antonio, de manera más velada, con problemas con el Ministerio, en caso de que la noticia llegara a saberse en Madrid. Y llegó, sí, porque el diario ABC se hizo eco de ella. Y ya se temía Antonio que su trabajo iba a encontrarse con la reprobación del enviado oficial del Ministerio de Cultura que se desplazó desde la capital para inspeccionar cómo había quedado la torre.
Ahí fue el inspector, miró todo, no decía nada. Antonio, al lado, expectante. Más tensión que en una tanda de penaltis. Termina el repaso. El rostro del enviado ministerial ni se inmuta. Antonio rompe el hielo:
-¿Y lo del escudo del Athletic?
-Ah… Déjelo… Está muy bien-, repuso contundente el inspector, espantando cualquier temor.
Pero la cosa no acabó ahí. El maestro cantero en 1973, con motivo del 75º aniversario de la fundación del club subió hasta Bilbao, como un peñista más, para disfrutar de los actos preparados entonces. Al preguntarle entonces cómo fue posible que el inspector del Ministerio no hubiera puesto impedimento al escudo de los leones que había tallado esto fue (más o menos) lo que contestó Antonio Serván:
-¿Qué cómo pudo ser? Bah… Eso mismo le pregunté yo… Y me contestó que es que él también era del Athletic…
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