El partido con más expulsados de la historia.

   El día 2 de Marzo de 2011, en un partido de la Primera D del fútbol argentino disputado entre los equipos Victoriano Arenas y Clayopole, el colegiado Damián Rubino se convirtió, muy a su pesar, en protagonista del encuentro. Una vez concluido el partido, que había sido intenso y bronco por momentos, se inició una auténtica batalla campal en la que jugadores, suplentes y cuerpos técnicos de ambos conjuntos se vieron involucrados, dando lugar a una situación de caos absoluto.

    El encuentro comenzó con normalidad, aunque con la intensidad propia de una liga menor del fútbol argentino. Desde los primeros minutos los jugadores mostraron una actitud agresiva y, en ocasiones, violenta, lo que rápidamente derivó en faltas contundentes y constantes enfrentamientos entre los integrantes de ambos planteles. Las amonestaciones por parte del árbitro no lograron calmar los ánimos y las tensiones se incrementaron a medida que el partido transcurría.

    Una vez finalizado el encuentro, un jugador que había resultado expulsado durante la disputa del mismo ingresó nuevamente en el terreno de juego, con el ánimo de golpear a un rival. Lo que pudo haber quedado en un altercado entre dos jugadores rápidamente escaló a una pelea masiva que involucró prácticamente a todos los jugadores en el campo. Los suplentes, que estaban en los banquillos, también saltaron al césped para unirse a la trifulca. Los cuerpos técnicos de ambos equipos tampoco quedaron fuera del caos, participando en la pelea en un intento de defender a sus jugadores o de imponer su autoridad.
    
    La situación se tornó insostenible y se descontroló por completo. Los intentos de calmar los ánimos fueron inútiles, ya que las agresiones entre los intervinientes en la riña continuaban y el ambiente en las gradas también estaba cada vez más caldeado, aunque, por fortuna, no se registraron incidentes de gravedad entre los hinchas.
    
    Frente al caos desatado en la cancha, el árbitro Damián Rubino optó por aplicar una medida drástica: expulsar a todos los jugadores y técnicos involucrados en la pelea, mostrando un total de 36 tarjetas rojas. Según el reglamento, los jugadores que participan en una trifulca deben ser sancionados con la tarjeta roja, y Rubino no dudó en aplicar la norma al pie de la letra. De este modo, mostró tarjetas rojas a los 22 jugadores que habían comenzado la disputa del encuentro (11 por cada equipo), además de a varios suplentes que habían ingresado al terreno de juego y varios miembros de los cuerpos técnicos.
    
    En total, Rubino mostró 36 tarjetas rojas, una cifra sin precedentes en la historia del fútbol. El árbitro explicó posteriormente que simplemente se había limitado a aplicar de forma escrupulosa el reglamento y que, dado el nivel de violencia que se había vivido en el campo, no tuvo otra opción que sancionar a todos los implicados. Aunque su actuación fue muy criticada por algunos, que la consideraron excesivamente estricta, el colegiado defendió su decisión al sostener que el reglamento era claro en cuanto al participación en peleas.
    
    Esta cantidad de tarjetas rojas estableció un nuevo récord mundial de expulsiones en un único partido. Tras lo sucedido, la Asociación del Fútbol Argentino adoptó medidas disciplinarias contra los dos equipos implicados. Varios jugadores fueron suspendidos durante largos periodos de tiempo, y ambos clubes recibieron multas económicas por el comportamiento de sus jugadores y cuerpos técnicos. Además, se procuró mejorar las medias de seguridad y control disciplinario en las categorías inferiores con el fin de evitar que situaciones similares se volvieran a repetir en el futuro.
    

    Por su parte, Damián Rubino continuó su carrera como árbitro, aunque el incidente lo marcó para siempre. A pesar de su experiencia en ligas menores, fue este partido el que lo convirtió en una figura conocida a nivel mundial. Si bien para algunos su decisión fue una muestra de autoridad y control, para otros evidenció la falta de capacidad para manejar un partido de tal magnitud sin recurrir a medidas tan extremas.
    
    El partido entre Victoriano Arenas y Claypole sigue siendo recordado como uno de los episodios más insólitos y violentos en la historia del futbol. Las 36 tarjetas rojas mostradas por Rubino no sólo destacaron por su récord, sino porque revelaron las dificultades que enfrentan los árbitros en partidos de alta tensión, especialmente en ligas donde la infraestructura y la seguridad no siempre son las idóneas.



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